El modelo de negocio de Flixxo, con usos concretos para la industria audiovisual, seduce y contagia
La semana pasada estuvimos en MIP Cancun, el evento de negocios dedicado a los contenidos televisivos de Latinoamérica y del mercado hispano de Estados Unidos. Allí, la dinámica es muy distinta de otros mercados: dos enormes salones, uno para coproducciones en planta baja y otro para compradores y vendedores de contenido en el primer piso.
Ya va a haber tiempo de coproducciones, por ahora todas nuestras reuniones pasan en el piso superior. Son una veintena de reuniones programadas durante dos días y medio, doscientas mesas prolijamente acomodadas y numeradas -en orden estrictamente alfabético- siendo la número uno 3DD entertainment y la doscientos cuatro nuestros amigos de zoomin.tv.
Hay sol en Cancún, es verdad que todo el evento ocurre en un lujoso resort all-inclusive sobre el mar turquesa de la costa Mexicana, pero no hay tiempo ni de ir a la piscina. Pero a las 18,00 horas todos se dispersan y hay tiempo para una cerveza o para cenar unos tacos acompañados por margaritas.
Las reuniones comienzan a las 9:30, veinticinco minutos de charlas con intervalos de cinco minutos para extender la conversación, tomar un café o escaparse a los baños. Un reloj gigante en las paredes contabiliza el tiempo restante y suena un gong que antecede a una marea de personas levantándose, estrechando las manos de sus interlocutores e intercambiando sillas para llegar a una nueva reunión.
Según nuestra reunión fuera con una productora latinoamericana o una internacional, nuestra charla siempre comienza con un “nosotros no compramos contenidos” o “we don´t buy content” y apurarnos con los argumentos de venta de Flixxo para borrar la cara de frustración de los vendedores.
La respuesta es fenomenal, todos quieren saber más sobre blockchain y el modelo de Flixxo les parece lógico. La mayoría promete probar subiendo algún contenido. Alguno incluso nos invita a conocer al stand vecino y seguimos la conversación en una reunión espontánea.
En el medio, la organización del evento dispone una charla sobre Blockchain en el auditorio. No conozco al orador, lo trajeron de Rusia. Comienza su charla diciendo “Nadie sabe cómo funciona la electricidad, pero todos la usan. No necesitan entender blockchain, necesitan entender sus usos en la industria” Y continúa con predicciones futuristas “En el futuro los hologramas estarán en una blockchain” o “El contenido se comunicará con el contenido a través de la blockchain” Yo no entiendo nada, nadie entiende nada. La gente se levanta y se va.
La industria exige usos concretos, no promesas. Se necesita educar, pero los organizadores de los eventos googlean “blockchain y video” y en base a los resultados de búsqueda invitan a los oradores que, en su mayoría, no entienden de blockchain o, menos aún, tienen un desarrollo para mostrar.
Volvemos a nuestras reuniones. Ahora si están todos confundidos… seguimos educando y explicando, escuchando el feedback de la industria que es la única manera de crear soluciones para la industria. Pasan las horas. Ya nos conocen y se nos acercan en los pasillos, nuevas reuniones espontáneas después de horas con una cerveza en la mano. Ahí es cuando se cierran los mejores negocios.
En conclusión, Flixxo es la única propuesta de un nuevo modelo de negocios para los mercados audiovisuales. Sin mucho más que una idea y un desarrollo de menos de un año, tenemos en manos una de las plataformas de video más complejas desde lo tecnológico y más disruptiva a los modelos tradicionales. Blockchain es solamente un pilar más.
La idea de encarar un ecosistema para series cortas seduce, contagia. Todo forma un combo explosivo, distribución peer to peer (sin costos estructurales), pagos a través de blockchain y un contenido que no termina de encontrar canales de monetización, pero que espera un crecimiento y una adopción alucinante en los próximos años.
Antes de volver me hago el valiente y me subo a una tabla de surf en una piscina con olas artificiales. Pero en esta piscina las caídas duelen y me vuelvo a Buenos Aires con la espalda destrozada. Parece que no alcanza la experiencia de surfear los mercados audiovisuales y las subidas y bajadas en el mercado de las criptomonedas.